Así como todos y cada uno de los países del mundo, Bolivia busca la mejor manera posible de recuperarse de la pandemia del covid-19 y los confinamientos masivos y forzosos empleados para encararla durante 2020.
Para lograrlo, el gobierno de Luis Arce Catacora se ha planteado retomar si es que alguna vez hubiese sido abandonado el Modelo Económico Social Comunitario Productivo Boliviano (MESCPB), que habría generado el crecimiento económico más elevado en la región en el pasado, y que, por tanto, será el que permita la recuperación cuanto antes.
Sin embargo, veamos primero, de la manera más amplia y objetiva posible, si es cierto que el MESCPB es realmente el que garantizará la recuperación, con base en una serie de índices económicos e informes elaborados por distintos organismos y fundaciones internacionales independientes.
El Índice de Libertad Humana, elaborado anualmente por Ian Vásquez, del Instituto CATO, y Fred MacMahon, del Instituto Fraser, presenta una medida amplia de la libertad humana, entendida como la ausencia de restricción coercitiva. Utiliza 79 indicadores distintos de libertad personal y económica en 12 áreas como el imperio de la ley, tamaño del gobierno o sistema legal y derechos de propiedad.
En la edición de 2020 de este índice Bolivia se encuentra en la posición 91 de entre 162 países analizados de todo el globo, por delante de países como Nepal, Kenia y Papúa Nueva Guinea, y entre los países de América Latina se encuentra solamente por delante de Haití, Nicaragua y Venezuela.
Igualmente, en el Índice de Libertad Económica 2021 de la Fundación Heritage y el Wall Street Journal, que suele analizar alrededor de 183 economías en base a 12 elementos distintos, como la existencia del imperio de la ley, una alta o baja carga fiscal o un alto o bajo gasto público, Bolivia ocupa el puesto 172 de 178 economías observadas, es decir, es una de las naciones más económicamente reprimidas del mundo, solamente por delante de Eritrea, Zimbabue, Sudán, Cuba, Venezuela y Corea del Norte.
Otro aspecto a destacar de la edición 2021 de este reporte es que como muy bien señala Antonio Saravia, doctor en economía, director del Centro para el Estudio de la Economía y la Libertad, y profesor asociado en la Universidad Mercer-, en 1998 Bolivia alcanzó a ocupar el puesto 25 entre 155 economías analizadas, condición que se pudo mantener hasta 2004, año a partir del cual fue cuesta abajo en la rodada.
De igual manera, hace unos días atrás, la revista The Economist y su unidad de investigación y análisis, publicaron un reporte titulado Politics, populism and policy: operational risk in Latin America, con el objetivo de identificar y evaluar los riesgos más críticos para las operaciones comerciales en la región posteriores a la pandemia del covid-19.
Girando el análisis sobre tres ejes como el riesgo político, el riesgo económico y el riesgo político para la inversión privada, The Economist destaca que solamente Venezuela, Nicaragua y Haití representan un mayor riesgo operativo que Bolivia. Incluso Cuba, Honduras y Argentina presentan elementos para el riesgo relativamente menores.
En el mismo sentido, ya en 2018, el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó un informe especial titulado Economías sombrías en todo el mundo, en el que recopila información sobre el fenómeno del subempleo desde 1991 en un total de 158 economías.
Con base en este estudio, el FMI determinó que Bolivia tiene una economía informal del 62,3% de su Producto Interno Bruto (PIB), convirtiéndose así en la economía informal más grande del mundo, incluso más que la de Zimbabue, que representa un 60,6% de su PIB.